La excelente situación del puerto de Dénia, abierto y uno de los pocos fondeaderos del Mediterráneo nacional hizo de la ciudad a lo largo de la historia un nido de piratas desde que en 1012 se fundara la Taifa de Dénia. Con la construcción de una gran escuadra, los piratas dianenses surcaron el Mediterráneo para unir al Reino de Dénia las Baleares, desde donde intentaron la conquista de Cerdeña.
Tras la conquista cristiana de la ciudad, en el S.XV, Dénia seguía siendo lugar de marinos corsarios, y entre los años 1406 y 1476 el Gobernador General del Reino concedió catorce licencias para armar las embarcaciones corsarias, convirtiéndose en la que se encontraba el mayor porcentaje de embarcaciones de corso del Reino de Valencia. Desde el puerto de Dénia salieron naves corsarias dispuestas a capturar embarcaciones a lo largo y ancho del Mediterráneo, llegando incluso en ocasiones al norte de África.
Durante el S.XV, tal y como demuestran diferentes grabados y graffittis que han perdurado con el paso de los años, la actividad marinera de piratas en Dénia permitió el enriquecimiento de muchas personas hasta que en 1448 el corso ilegal fue detenido en aguas mediterráneas.
En los años venideros continuó la actividad corsaria, aunque legalmente. D.Francisco de Sandoval y Rojas, valido del Rey Felipe III y Marqués de Dénia, fortificó el Castillo en el S.XVI para hacer frente a los piratas y luchar contra los corsarios argelinos.
Hoy en día el puerto de Dénia se ha convertido en un puerto turístico que permite la entrada y salida de pasajeros de la península a las Baleares, dejando atrás su pasado comercial y pirata. Pero la ciudad sigue recordando las figuras corsarias cada mes de agosto en la celebración de las fiestas de Moros y Cristianos. Actualmente la fiesta cuenta con dos filàs, una masculina y otra femenina, que rememoran la figura de los piratas en la ciudad: Marins Corsaris y Piratas Berberiscas.
