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El Día del Libro

23 de abril de 2011 - 00:00

En 1965, a instancias de los editores catalanes, la UNESCO decidió que el 23 de abril se convirtiese en el Día Mundial del Libro; jornada que se celebra en España, y especialmente en Cataluña, con el regalo de un libro y/o una rosa a las personas que uno más aprecia. Este gesto, tan propio de un día de San Valentín, tiene su origen precisamente en la figura de Sant Jordi, patrón de los enamorados para los catalanes, por aquello de que el caballero salva a su princesa de las garras del dragón. De ahí nace la tradición de regalar una rosa, concretamente de la Feria de los Enamorados que se organizaba en Barcelona durante el siglo XV.

Fue en 1459 cuando las Cortes Catalanas, reunidas en la Catedral de la Ciudad Condal, confirmaron que el ese día serie festivo. Pero fue a finales del siglo XIX cuando en la Plaza Sant Jaime de la capital catalana, además de la feria de rosas, se montó una más de juguetes y libros viejos. Sin embargo, hubo que esperar al 7 de octubre de 1926, para que se instaurara la fiesta del Día del Libro en conmemoración del nacimiento de Miguel de Cervantes, a instancias del escritor y editor valenciano Vicente Clavel Andrés. El 6 de febrero de ese año, el gobierno español presidido por Miguel Primo de Rivera lo aceptó y el rey Alfonso XIII firmó el Real Decreto que instituyó la fiesta del Libro Español. Pero viendo que esa fecha se solapaba con el inicio del curso escolar, en 1930 se trasladó al 23 de abril, día de la muerte de Cervantes, y curiosamente también de Shakespeare. Cierto es que la fiesta se declaró oficial para toda España, pero sólo prosperó en Cataluña. Así fue como las flores y los libros se fundieron en una sola jornada festiva.

Desde entonces, la fiesta se ha exportado a todo el mundo, cuajando en países como Inglaterra y Japón y, sólo en el año 2000, se calculó que aquel día había 730.000 puntos de venta repartidos en todo el mundo y ya nada puede detener este fenómeno sentimental y también, claro, empresarial. El sector editorial sabe que, a lo largo de ese día y según vaya la climatología, se puede facturar entre el 10 y el 20% de las ventas de todo el año. En la edición del año 2006 se superó, por primera vez, la cifra de los 20 millones de euros. No hay feria del libro en toda España, por muchos días que dure, que alcance, ni por asomo, esta cantidad.

De todas formas, regalar un libro es más que un obsequio de amor. Aunque pueda parecer que se cae en la trampa consumista de una rancia costumbre que impusieron las editoriales ya a principios de siglo, al menos la rosa y el libro no desprenden tanta comercializada estrategia de grandes almacenes, como es el caso de San Valentín, porque en este gesto Sant Jordi vuelve a triunfar, un año más, al dragón de la incultura. Y además, no es sólo un regalo: es un libro. Y un libro es más que un libro. Va dirigido a todas las personas de 0 a 100 años y en él cabe toda la grandeza y la miseria humana y en él, sea con letras de sangre o con palabras de algodón, ha existido todo lo que ha hecho progresar a la especie humana, gracias a la ciencia y a la creación.

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