Durante décadas, su nombre no figuró en calles, libros de texto ni placas conmemorativas. En Dénia, su ciudad natal, pocos sabían quién fue. Y sin embargo, María Hervás Moncho vivió una vida extraordinaria: fue médica cuando casi no había mujeres en las aulas universitarias, investigadora cuando la ciencia era terreno vedado, y voluntaria en la Primera Guerra Mundial cuando el mundo se desangraba. Su historia, tejida entre bisturís, laboratorios y exilios forzados, quedó sepultada por la desmemoria colectiva. Hoy, la ciudad empieza a saldar esa deuda nombrando una plaza en su honor, devolviéndola al lugar que siempre le correspondió: la historia.
Una pionera invisible
Dénia recupera así parte de su memoria histórica al bautizar la nueva plaza del antiguo ambulatorio con el nombre de María Hervás Moncho, una figura pionera en el ámbito de la medicina y la investigación científica, cuya trayectoria permanecía prácticamente desconocida en su lugar de origen. Gracias a la placa, y también al trabajo de recuperación del Arxiu Municipal de Dénia, que ha difundido recientemente su biografía a través de sus redes sociales, la figura de María Hervás ha vuelto a la luz.
Nacida en Dénia en 1894, María Hervás fue la hija mayor de una familia numerosa. Su padre, José Hervás, era médico de profesión, pero fue su madre, Regina Moncho, quien alentó a sus hijas a cursar estudios universitarios en una época en la que el acceso de las mujeres a la educación superior era todavía una rareza. Gracias a este apoyo por parte de su madre y a su brillantez académica, María inició un camino que la llevaría a convertirse en una de las pocas mujeres científicas de su generación.
En el verano de 1917, aún estudiante, se ofreció como voluntaria en Francia para atender a los soldados heridos en la Primera Guerra Mundial. Esta experiencia marcaría el inicio de su especialización en el ámbito de las transfusiones sanguíneas, un campo clave en su futura labor investigadora.
Un año más tarde, en 1918, se licenció en Medicina por la Universidad de València, siendo la única mujer de su promoción. Gracias a una beca, pudo ampliar estudios en París, en el Instituto de Serología, vinculado al prestigioso Institut Pasteur, centro de referencia internacional en investigación médica.
Exilio, represión y legado
En 1919 contrajo matrimonio con el médico francés León Henry Sanlier-Lamark, con quien tuvo dos hijos. Sin embargo, la relación no prosperó, y María continuó su formación académica con firmeza. En 1932 defendió su tesis doctoral en Madrid bajo el título «Contribución al estudio de la inmunidad local».
El estallido de la Guerra Civil truncó parte de su carrera científica. Desde València, fue destinada al Laboratorio de Serología del Servicio de Transfusiones de Sangre del Ejército republicano, donde llevó a cabo una destacada labor investigadora y varias publicaciones. Su colaboración con la República la obligó a exiliarse en Francia al finalizar la contienda. No obstante, la invasión nazi la forzó a regresar a València junto a sus hijos.
A su vuelta, fue depurada por el régimen franquista, lo que supuso su exclusión definitiva del ámbito académico y científico. A pesar de ello, no abandonó del todo su vocación: abrió un laboratorio farmacéutico en València, que mantuvo en funcionamiento hasta su fallecimiento en 1963.
A lo largo de su vida, María Hervás mantuvo lazos con Dénia, aunque su figura quedó relegada al olvido durante décadas. Hoy, con la designación de la plaza que lleva su nombre y el impulso del Arxiu Municipal por rescatar su memoria, la ciudad comienza a rendir homenaje a una mujer adelantada a su tiempo, cuya contribución a la medicina y a la investigación merece ser recordada y reivindicada.
Será dianense no?