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El abismo de Dénia que expandió el misterio del Triángulo de las Bermudas

28 de febrero de 2021 - 07:50

El mar siempre ha sido la fuente de grandes relatos de terror que han asustado durante generaciones a todo aquel que se ha acercado a sus misterios. Y no es para menos, pues sus profundidades siempre han representado el horror de lo oculto. De aquello que no se puede comprender.

Seguramente desde que el ser humano conoció las grandes extensiones de agua que recorren el planeta, los océanos han inspirado multitud de leyendas relacionadas con monstruos y desapariciones. Desde las criaturas marinas que esperaban para devorar barcos en los límites de un mundo que se creía plano, hasta los cósmicos primigenios lovecraftianos que aterrorizaban en la oscuridad marina. Pasando, claro está, por las criaturas más mundanas e igualmente aterradoras gastadas por autores como Verne en sus Veinte mil leguas de viaje submarino o Spielberg y su rompedora Tiburón. Tender la mano al mar siempre ha sido un acierto para atemorizar al espectador o lector.

Pero hubo una leyenda, mucho más moderna, que decidió aunar un poco de todos estos horrores y cubrirlos con una capa de misterio sin igual. Ésta es la historia del famoso Triángulo de las Bermudas, en la que Dénia fue partícipe para extender su horror.

Del Triángulo del Diablo al Triángulo de las Bermudas

¿Quién no ha oído hablas del famoso triángulo? Se trata de una superficie de más de un millón de metros cuadrados comprendida entre Miami, Puerto Rico y las islas Bermudas, de las que recibe su nombre. No obstante, primero se bautizó como Triángulo del Diablo, puesto que se trataba de un lugar donde hubo multitud de naufragios y desapariciones de barcos, botes y aviones sin una supuesta explicación.

Pero no fue hasta la década de los 50 del siglo pasado que se empezó a dar a conocer la leyenda a través de los medios que, poco a poco, se iban haciendo eco de los sucesos. En uno de los múltiples artículos se pudo leer por primera vez el término Triángulo de las Bermudas, y ya no hubo marcha atrás.

En los 70 finalmente se popularizó el mito a través de la literatura y el cine, contando miles de sucesos acontecidos en el lugar, intentando dar una explicación a lo, hasta el momento, inexplicable.

El mar que atrae la leyenda

No solo pasa con el famoso triángulo, sino que lo cierto es que siempre han ido de la mano la leyenda y el marino, por lo que no es de extrañan que los lugares costeros estén llenos de historias de desapariciones. Y Dénia no iba a ser menos.

Para empezar, la capital de la Marina Alta tiene un largo historial de naufragios en su litoral. Se conocen más de un centenar de navíos que reposan en las profundidades de la costa dianense, bien por las condiciones climatológicas muy particulares de nuestra zona, con vientos que el Montgó empuja en direcciones inesperadas o con una temperatura que acusa grandes diferencias con poblaciones vecinas como Xàbia, o bien por la geografía costera y sus corales y amenazantes rocas. Pero aún a día de hoy recordamos más de un accidente de navíos modernos en el puerto y sus cercanías.

Ahora bien, esto no quiere decir que exista un gran misterio como el que se encuentra en la costa americana. No obstante, igual sí influyó para que Dénia fuera elegida para representar al Triángulo de las Bermudas en la búsqueda de un joven matrimonio que desapareció mientras viajaban por el misterioso lugar.

El abismo dianense

Fue en 1979 cuando la productora de Encuentro en el abismo decidió que Dénia fuese el escenario para contar esta aventura de terror cinematográfica, donde se mostraban múltiples desapariciones supuestamente ocurridas en el mencionado triángulo. Eso sí, se estaban grabando a miles de kilómetros de ahí.

Cuando el padre de la novia se entera de la desaparición de los recién casados, emprende una búsqueda incesante con equipos de buzos donde acabarán descubriendo que -alerta de spoiler- aquello que amenaza a los que pasan por el Triángulo de las Bermudas dianense no es otra cosa que un grupo de extraterrestres que se habían estrellado con la nave en sus profundidades.

En la película se pueden observar escenas rodadas en la costa de Dénia y en su puerto y puertos deportivos, que formaron parte de esta obra de escaso presupuesto y, ciertamente, poca repercusión. Durante días, la ciudad volvió a ser recorrida por equipos de grabación con la intención de asustar, al menos, al público italiano y español, puesto que la producción fue fruto de la colaboración entre ambos países.

La historia del mar de Dénia aún espera para ser contada en la gran pantalla, pero mientras ha podido servir su horizonte para representar multitud de obras cinematográficas a lo largo de los años. Éste solo es un caso de tantos, e incluso no el que más ha trascendido, pero que refleja, nuevamente, el papel que ha tenido y tiene la ciudad en la industria cinematográfica.

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