Cruz Roja sigue advirtiendo de los riesgos que corremos, en especial en los meses de verano, si no hacemos un buen uso de nuestro vehículo de motor con el que circulemos. Muchos accidentes se pueden evitar si todos ponemos de nuestra parte y adoptamos una serie de medidas en las que toman partida el conductor, los ocupantes, incluso, el propio vehículo.
Los conductores de motocicletas y ciclomotores deben saber que los cascos integrales son el mejor seguro de vida y que vale la pena comprar un casco homologado que deberá ser cambiado al darle un golpe. Así nos aseguraremos que en caso de accidente el casco cumpla su efectividad y nos evite lesiones graves.
El conductor de un automóvil debe tener en cuenta en primer lugar que el consumo de alcohol o drogas multiplica por cien el riesgo de sufrir un accidente. Con la tasa de alcohol permitida máxima (0,3 g/litro para profesionales y conductores noveles, y 0,5 g/litro para los veteranos) ya condiciona la conducción y incrementa las posibilidades de tener u originar un accidente de tráfico con víctimas mortales.
Una segunda advertencia que debe atajar el usuario principal del vehículo es que los despistes por aparatos como la radio del coche o el teléfono móvil también incrementan los riesgos al volante. Éste último provoca en el conductor un estado en el que piensa que percibe de la misma manera y las mismas señales que al conducir sin mantener una conversación mediante el aparato. La realidad es bien distinta.
Lo mismo pasa con el cansancio. Dejas de funcionar como lo harías con la mente despejada. Por ello, es recomendable descansar en trayectos largos cada dos horaso el equivalente métrico, es decir, 200 km. Si el trayecto es corto no conviene descansar pero no por ello debemos bajar la guardia. En ocasiones tendemos a ignorar las señales del entorno porque nuestro cerebro ya conoce el lugar y damos por hecho que vamos a predecir todo lo que tiene que ocurrir pero no es así.
Como última recomendación, referente tanto a ciudad como a carretera, debemos prestar mucha atención a los peatones, en especial a niños y ancianos, así como a los vehículos de nuestro entorno para poder guardar con ellos una correcta distancia de seguridad que deberá ser mayor cuanto peor sea el estado de la calzada por la que circulamos.
