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Voces que se abrieron paso en un mundo de hombres: Marisa Ferrándiz y Ana Albarracín, pioneras de la radio en Dénia

08 de marzo de 2024 - 09:00

Marisa Ferrándiz y Ana Albarracín fueron unas mujeres adelantadas a su tiempo. Pioneras en la locución, madres a la vez que trabajadoras y defensoras de sus derechos como mujeres en una época marcada por los dictámenes tradicionales franquistas. Han vivido tantas cosas juntas, que su complicidad es innegable. Ambas periodistas, cuya vocación vino por casualidad, reciben hoy, 8 de marzo, un homenaje con motivo del Día de la Mujer. Para esta ocasión han concedido una entrevista a Dénia.com en la que hablan del trabajo de toda una vida.

Las dos estudiaron durante su infancia en Dénia. Marisa lo hizo en un colegio de monjas que se ubicaba en la calle Loreto. «Los estudios fueron menos que básicos, porque en aquella época, siendo las monjas las que daban las lecciones, tampoco sabían demasiado; además, las asignaturas estaban inclinadas hacia la religión católica», comenta.

Marisa añade que las alumnas tenían clase de labor por las tardes, ya que en un futuro esas niñas se iban a convertir «en mujeres casadas, amas de casa sumisas y abnegadas». A ella, sin embargo, la vida le llevaría por otro camino.

«Lo que me salvó en cierta medida es que a mí y a una amiga mía nos gustaba mucho leer, íbamos a la biblioteca municipal, que se situaba en el piso de arriba del Ayuntamiento», recuerda, aunque durante el Franquismo existía censura sobre los libros y, además, en este caso, el encargado de turno tampoco les dejaba leer ciertos títulos que consideraba inapropiados, por lo que la posibilidad de conocer se limitaba todavía más.

Ana, al nacer más tarde que su compañera, tuvo la posibilidad de continuar sus estudios y acceder al instituto, el primero de Dénia. Dado que su padre era militar, su familia tuvo que trasladarse a varios lugares y por tanto, expresa, su libro de escolaridad fue «el mapamundi».

Entre tantos destinos, fue Madrid donde Ana comenzó a trabajar. Fue secretaría en una fábrica de grasas, pero su sueño por entonces hubiera sido trabajar en el laboratorio como química: «Me gustaba y se me daba muy bien, entonces le dije al director que me pasara a ese departamento, pero, como era chica y joven, no quiso». Tras este episodio, lo dejó y consiguió un puesto en Galerías Preciados, pero finalmente se mudó a Dénia, donde le esperaba la radio.

Paseando un día junto a su madre cerca de la emisora, esta le preguntó a Ana por qué no se planteaba trabajar allí. Entraron al estudio y, tras una entrevista con el director, comenzó su andadura periodística. Eran los años setenta.

Por su parte, a Marisa le hubiera gustado irse a València a estudiar Bellas Artes. En esta ocasión, fueron sus padres los que le dieron la negativa. Sin embargo, un día, caminando por Les Rotes con unas amigas, un señor paró su coche y se ofreció a llevarlas de vuelta. En la conversación, el hombre les confesó estar preparando un spot para la radio y estar buscando una voz para el anuncio. Tras hacer hablar a todas, eligió la voz de Marisa y, de esta forma, en 1958 empezó a usar el micrófono.

La radio en el Franquismo y la Transición

«Comenzaba la emisión en torno a las 10:00 y conectábamos a las 14:00 con el parte de Radio Nacional de España. Por la noche, a las 22:00, se daba otro parte y se cerraba la emisora. Entre estos tiempos, había música, discos dedicados, publicidad...», explica Marisa sobre los años de la radio durante el Franquismo. Ella trabajaba en Radio Dénia, que en aquel momento se situaba dentro de la Red de Emisoras del Movimiento (REM).

Ana, por el contrario, empezó a trabajar más tarde en una emisora FM, municipal y, por tanto, no implicada en el Movimiento. «Había una diversidad un poquito más grande, pero no mucho», dice, y añade: «Existía mucha censura, hasta el punto de que teníamos un programa en valenciano que se tenía que grabar, mandarlo a Madrid para que lo revisaran y después nos lo remitían para que lo pudiéramos emitir».

A partir de la Transición, ambas notaron cambios de forma progresiva. Fue en 1981, cuando las emisoras de Dénia pasaron a formar parte de la SER y las profesionales ya trabajaban juntas cuando el contenido se diversificó.

Anécdotas de radio

Ser locutora en aquellos años significaba ser también encargada de control (tocando la mesa de sonido a la vez que hablaban), crear incluso sintonías para los programas, o ejercer de técnico cuando surgía una urgencia. «Cuando había tormenta o humedad, la antena a veces se desconectaba. Teníamos llaves del castillo e íbamos allí a ver si podíamos arreglarla», cuenta Marisa.

«Con decirte que los domingos, supuestamente un día festivo, yo tenía que ir al campo de fútbol a cambiar los números de los goles en la caseta que había, dar la alineación de los futbolistas... y en el descanso tenía que locutar la publicidad», relata Ana, quien recuerda que además por las noches no tenían descanso y debían acudir a todos los espectáculos que tenían lugar en la ciudad. La periodista está orgullosa de toda su carrera por eso mismo: «Hemos sabido adaptarnos a todas las circunstancias y hemos salido, más bien o más mal, airosas», concluye.

Aunque ambas tienen muchas anécdotas de la radio, confiesan que muchas no se pueden hacer públicas. Sin embargo, Ana comparte una que armó un alboroto cuando sucedió: «Me llamaron una mañana de forma anónima cuando faltaban tres minutos para que los niños entraran en el colegio, mi hijo incluído, avisándome de que habían puesto una bomba en un centro escolar, tú imagínate», relata.

«Avisamos a la Policía, se montó la de Dios es Cristo. Al final era mentira, se ve que era algún gracioso que no quería ir al colegio ese día y gastó la broma», explica entre risas. A partir de ese acontecimiento en las Fallas de ese año Ana apareció en dos ocasiones como ninot, en los que no faltó la famosa bomba.

Ser madre y trabajadora: la incompatibilidad de entonces

Ambas sufrieron las dificultades con las que en aquella época se encontraba una mujer cuando era madre. Marisa, por ejemplo, confiesa que hubo veces en las que no pudieron cuidar a sus hijos como hubieran querido. Las largas jornadas de trabajo les obligaban a dejar a los niños con otra persona que se hiciese cargo.

Este fue el caso de Ana: «Mi marido y yo tuvimos que dejar a mi hijo, de ocho meses, en Manises con mis padres y estuvo allí hasta que cumplió los tres años que ya pudimos escolarizarlo», manifiesta, «solo teníamos cuarenta días de descanso tras el parto -y los maridos, tres- entonces era un conflicto muy grande», añade.

Las locutoras recuerdan que esto traía consigo las críticas de la sociedad de entonces, que no veía con buenos ojos a una mujer que decidía trabajar en lugar de ser ama de casa y dedicarse a la maternidad de forma exclusiva. Sin embargo, se apoyaban entre compañeras ante esta situación.

¿Ha ganado poder la mujer en los medios de comunicación en la actualidad?

«Ha avanzado mucho, pero no tanto; para que mejore, tiene que haber igualdad al 50/50 en los cargos de responsabilidad. A las mujeres les dan hasta un cierto nivel, pero el tope de arriba generalmente es para los hombres», denuncia Ana.

«Perdona, Ana, no recuerdas una cosa: ¿Cómo nació la mujer? De la costilla de Adán», dice con ironía Marisa. A lo que Ana responde: «Pues empezamos bien la historia».

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