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Un día en la Reserva Marina del Cabo de San Antonio

23 de agosto de 2015 - 00:05

Toni Martínez y Luis Pérez, estos son los nombres de dos personas a las que decidimos acompañar en un día de verano y calor. ¿Y quiénes son estas dos personas?, será la pregunta que vendrá a la cabeza al lector. La respuesta es fácil: son los encargados de velar por que la biodiversidad que tenemos en la zona de Las Rotas siga existiendo.

Los dos hombres responsables de la reserva

Furtivos, navegaciones a alta velocidad, pesca ilegal, gente que echa el ancla en donde no se puede y un largo etcétera. Si no fuera por Toni y Luis todo esto pasaría y los meros, doradas, lubinas así como la posidonia y demás fondos marinos estarían desapareciendo. Sin embargo, hoy en día, gozamos de una de las mejores reservas marinas de la costa levantina.

Nos enrolamos en su lancha, de buena mañana, para ver cómo es uno de sus ajetreados días. No tienen horario, salen cuando piensan que pueden pillar a más gente cometiendo ilegalidades y salen a horas impensables para pillarles desprevenidos y así poder detenerlos.

Salimos por la noche para hacer un simulacro 3

"La Reserva Marina que aquí tenemos tiene cinco de los siete fondos marinos que se pueden encontrar en todo el Mediterráneo", nos asegura Toni, que es funcionario del ayuntamiento y que posee un premiso de profesional de pilotaje de embarcaciones. Martínez habla orgulloso de su reserva y sabe que sin ellos los furtivos habrían destruido gran parte, como ya ocurrió en los años 90 cuando aún no había regulación.

Nada más salir por la bocana del puerto, Luis se pone los prismáticos a la altura de los ojos. Comienza a mirar a lo lejos para buscar a todos aquellos que estén haciendo algo ilegal. No tarda en encontrarlos. En efecto, cuando no hace ni cinco minutos que estamos fuera del puerto, el marinero divisa a un barco que sospecha que está pescando con caña. "La mayoría de los que pescan con caña son gente de fuera que no sabe la normativa", asegura.

Luis observa con los prismáticos 2

Toni acerca su zodiac a la embarcación pillada. Están con varias cañas y con los cebos listos para lanzarlos y pescar. Como decía Luis antes, no son de aquí y no conocen que está prohibido. Es por ello que no se les levanta el acta de denuncia. Recogen entre disculpas y se van tranquilamente, no será así si se les vuelve a pillar. Para llevar el control se hace fotos a la embarcación y así si se repite la ilegalidad se les puede denunciar.

Explican a turistas que no se puede pescar en la reserva

Continuamos la ruta y vamos hacia el cabo de San Antonio. Vamos observando los acantilados y Toni, apasionado de la fauna de la zona nos va explicando que hay en cada recoveco de la pared de piedra. Nos dice dónde está cada nido de los cormoranes que anidan aquí y nos enumera todas las especies de aves que se pueden encontrar. Nos hace un perfecto análisis de todos los paisajes que vemos en los acantilados, nos informa de donde está cada cueva y como se llama cada zona.

Llegamos a Xàbia sin haber visto a mucho irresponsable. Allí los marineros cogen sus bocadillos y reponen fuerzas; es necesario, y más sabiendo que a lo mejor no van a casa a comer. En verano, como antes decíamos no tienen horarios. Van en función a la cantidad de barcos que haya en el mar y por eso hay días en que salen a las 6:00 de la mañana y vuelven a las 16:00 para volver a salir de nuevo a las 19:00 y regresar a las 00:00 horas de la noche. Ese día, sin embargo, no hay mucho barco, no hace buen día.

Toni Martínez observa la avifauna marina

En el puerto hablan con pescadores profesionales. A estos les agradecen la labor de vigilantes que hacen. A los hombres que salen al mar tampoco les interesan los furtivos por ello desde siempre han colaborado con los guardacostas. Charlan con uno de ellos que acaba su jornada de trabajo en alta mar y este le comenta que sabe de un furtivo que días atrás sacó una cantidad muy elevada de peces. Son conscientes, además, de que estas piezas son vendidas a restaurantes en negro. No pueden hacer nada si no los pillan o sacando el pescado o vendiéndolo.

No les dan miedo las olas ni el mal tiempo. Luis y Toni salen llueva, haga viento, haya tormenta o haga sol. "Siempre que puedan salir los furtivos tenemos que salir nosotros" nos dicen. En efecto, los furtivos, que son los que más preocupan, salen cuando menos se imagina. "Ha habido días de perros, en pleno invierno en que hemos salido y allí estaban los pescadores ilegales con sus arpones".

Al volver de la localidad vecina, pronto, nada más girar el cabo Luis divisa con los anteojos algo que le inquieta. Sabe que lo que ve está fuera de lo que es la reserva que se delimita por la profundidad (la reserva tiene su límite a partir de los 20 metros de profundidad, esto a veces es más cerca y otras veces más lejos de la costa, hecho que hace que no sea una línea recta) pero deben ir a ver qué es y a advertir. Se trata de una lancha en la que va un aficionado a la pesca submarina (pesca con fusil). No está haciendo nada ilegal ya que, todo y estar cerca del límite, está fuera. Los vigilantes le advierten, este asegura saber dónde puede pescar y le dejan marcharse. Los dos hombres a los que acompañamos saben que probablemente cuando ellos se vayan este hombre se meterá en la zona protegida.

Avisa a un pescador deportivo de que no puede pescar dentro de la reserva

No dudan, piden más gente. Son solo dos para vigilar una zona muy grande. Necesitan más gente. Esto haría posible que la vigilancia no cesara ni una hora.

Poco más se encuentran en ese día. Un par de lanchas a alta velocidad que son paradas y advertidas y también alguna moto de agua que tiene el paso prohibido a la reserva desde este año. Nada en comparación a la jornada anterior en la que tuvieron mucho más trabajo.

Volvemos a puerto mientras Toni nos sigue explicando todo lo que hacen, sobre todo en los meses de verano. A parte de vigilar, rescatan en caso necesario, y ya lo han hecho varias veces. Por otro lado, tienen muchos proyectos en mente para la mejora de la vigilancia así como para ayudar en las investigaciones que se llevan a cabo en la zona, como por ejemplo con cetáceos. Se sienten orgullosos de ser unas de las personas de nuestra costa que más delfines y ballenas ven. Además colaboran con universidades y con el Oceanográfic (con la conservación de las tortugas, por ejemplo) y creen que en los próximos años tendrán más gente interesada en estudiar la zona.

Martínez nos explica que hay en cada recoveco de los acantilados

Confían en que, con el nuevo consistorio, puedan llegar a tener iniciativas que colaboren a la mejora de la concienciación para con la Reserva Marina. Rutas de snórquel que respeten la zona, con paneles informativos submarinos, boyas respetuosas con el fondo para poder amarrarse y disfrutar de los fondos marinos, actividades con niños y rutas guiadas para ver a las aves en sus nidos, etc. Toni y Luis están seguros de que el turismo de naturaleza puede ampliarse en nuestra localidad gracias a este lugar mágico para ellos.

Ese mismo día nos llevan a su oficina, en el antiguo centro de formación profesional de detrás del Castillo. Allí nos reparten todo tipo de información tanto de los límites de la zona como de los animales que viven en ella y aprovechan para enseñarnos algo muy preciado por parte de Luis: sus fotos submarinas, que son impresionantes. Del mismo modo nos muestran sus tesoros: el material incautado a los pescadores furtivos. Arpones, aletas, linternas, boyas y redes.

Luis Pérez nos enseña lo que incautan

Material incautado a furtivos

Cuando pensábamos que iba a acabar nuestro día Martínez recibe una llamada. Es de un comandante de la base de Salvamento Marítimo de Valencia. La llamada es para avisar de que se va a hacer un simulacro con helicóptero frente a las costas de Dénia a las 21:30 horas de la noche y necesita la colaboración de la lancha de la reserva. Toni, acostumbrado a ello da la respuesta afirmativa y sin dudarlo nos invita a ir a observarlo. Accedemos sin pensarlo, pues no todos los días se puede ver una maniobra de rescate con helicóptero en alta mar de noche.

Esto, para los marineros de la reserva, supone más horas pero es necesario que lo hagan, pues hoy se trata de un simulacro pero mañana puede ser un rescate real.

A eso de las 20:30 de la tarde nos volvemos a reunir con Martínez y Pérez en la Marina de Dénia, donde tienen amarradas sus embarcaciones. Salimos hacia el punto de encuentro, a unas tres millas de la costa en dirección este. Comienza a irse el sol y al salir por la bocana vemos que las olas se han hecho más grandes en comparación a la mañana. Esto no impide que se tenga que hacer la maniobra (recordemos que cuando más rescates hay es cuando más mal tiempo hace, así que el clima es perfecto).

Salimos por la noche para hacer un simulacro

Salimos por la noche para hacer un simulacro 3

Llegamos al punto y esperamos la llamada por radio. Llega a eso de las 21:25 y unos minutos más tarde divisamos el helicóptero a lo lejos. Enseguida llegan a nuestro encuentro con unos focos de gran voltaje y levantando aire y agua a su paso. Pronto empieza la actuación. En primer lugar se tira el rescatador que gana a nado nuestra embarcación. Luis y Toni, con casco y chaleco salvavidas, ayudan a subir al experto y entonces se tira un muñeco que hace de víctima. Suben a bordo a la víctima y el rescatador no tarda en ponerle un arnés y desde arriba la suben. Seguidamente sube el rescatador enganchado en una cuerda y el helicóptero se marcha.

Esta vez era un simulacro corto. Toni, para compensar el duro trabajo que tienen que hacer los miembros de salvamento les ofrece un regalo: chucherías. Cuando el helicóptero ya se vuelve a la torre, se ponen en contacto por radio para agradecer la ayuda y cómo no el detalle. Desde salvamento se muestran encantados de trabajar con los guardacostas de aquí. Saben que pueden contar con ellos para cualquier situación de peligro.

Así acaba el día de estos dos marineros. Vuelven a puerto cansados, sabiendo que van a tener que levantarse muy pronto para volver al mar o para salir con el coche por la costa, a pillar por sorpresa a los que buscan saltarse las reglas.

El paraje submarino que tenemos es una joya de la costa del Levante y debemos cuidarla porqué de ahí sale mucha vida que no podemos perder. Estos dos hombres son los encargados de su cuidado y tras pasar un día con ellos nos damos cuenta de que la importancia de su trabajo la tienen pocos en nuestra localidad y que de ellos depende mucho más de lo que pensamos. El deber ahora de todos es recompensar esta dura faena respetando su trabajo y respetando lo más importante, la Reserva Marina del Cap de Sant Antoni.

2 Comentarios
  1. Arturo dice:

    Bravo y felicitaciones a los Guardacostas. Gracias

  2. Marcel dice:

    Buen reportaje,

    Se ve la vida cotidiana de los dos marineros en Denia,
    Interesante video


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