Un día con los alumnos del Raquel Payà, de todo menos aburrido

Para ellos ir al cole no es un esfuerzo, porque allí son felices, juegan con sus compañeros y cantan con las profesoras. En el cole encuentran los estímulos necesarios cada día, aprenden y se relacionan con muchos niñas y niñas.

Un día de clase en el Raquel Payà es de todo menos aburrido. En las aulas se respira cariño, el de las profesoras a sus alumnos, pero también de los alumnos entre ellos.

En la clase de Mar y Mari, Silvia, que tiene 13 años y viene de Pego, entra y les da un beso y un abrazo a cada una, y también a sus compañeros.

Dario pone orden desde su silla de ruedas y recuerda al resto que cuelguen la cazadora y la mochila en la percha.

Gerard se cambia los zapatos mientras Alamak ordena todo y se adelanta a las profesoras, y Lucía entrega a su profesora el Ipad, la manera que tienen de estar en contacto escuela y casa.

Lo primero que hay que hacer cada mañana es darse los buenos días, y para ello visualizan en la pizarra electrónica un vídeo con la canción "Bon día", que ya todos conocen y que les sirve para dar comienzo a la jornada. Y después, a cantar "La Masereta" y recordar los días de la semana.

Cada día hay un encargado. Hoy le toca a Dario, que pasa lista y rellena el mural con el horario del día de hoy y los platos del menú que más tarde comerán en el comedor. Y como Darío es el encargado, sus compañeros de dan la mano cada vez que les nombra.

Así comienza la jornada en clase. Estos alumnos, que tienen entre 9 y 13 años, vienen de toda la comarca y comparten un grado de capacidad similar. A pesar de ello, cada uno rellena una ficha personalizada acorde a sus conocimientos, pero todas con un mismo fin: plasmar el día de hoy en el cole.

La profesora, Mar, y la educadora, Mari, conocen a sus alumnos a la perfección, saben cómo va a comportarse cada uno de ellos y lo que necesitan en cada momento. No pueden quitarles ojo de encima, son niños independientes pero necesitan una atención constante.

Las aulas del Raquel Payà tienen una media de 7 alumnos, demasiado para las dos personas que se hacen cargo de ellos, pero por el momento, no hay solución. Eso sí, los alumnos disfrutan durante toda la semana de actividades muy diversas, como educación física, música, actividades en la cocina pedagógica o incluso salidas.

Actualmente realizan salidas para relacionarse con los alumnos del colegio Pou de la Muntanya, un proyecto del que las profesoras se sienten muy orgullosas porque ayuda a los niños y niñas de ambos colegios a conocer la realidad de cada centro.

Minutos antes de la hora del recreo, la mayoría de los alumnos almuerzan en calse para no perder tiempo de juego en el patio. Eso sí, después de almorzar toca recoger y limpiar los recipientes en los que traían el almuerzo. A Lucía no hace falta decírselo, ella sola se dirige al grifo y limpia concienzudamente su tupper.

El momento más deseado de la mañana es la hora del patio. Es a las 10:30 y los alumnos de esta clase no son los primeros en salir. Se les han adelantado los más pequeños, Alejandro y sus amigos, que vienen de visita al aula para salir a jugar.

Así es la vida en las aulas del Colegio de Educación Especial Raquel Payà. Lugares en los que reina la comprensión, el trabajo y el bienestar de los alumnos. Unos alumnos y alumnas que merecen nuestra atención, que conozcamos algo más sobre su día a día y que les apoyemos en la I Marcha Solidaria a favor del Raquel Payà que se celebrará el domingo 6 de abril.

Ese día, camina, corre... haz lo que quieras, pero hazlo por ellos.