Si viajamos mentalmente a principios del siglo XX, la plaza Valgamediós de Dénia, conocida popularmente como plaza Oeste, era un hervidero de actividad. Allí, donde hoy paseamos tranquilamente bajo el sol mediterráneo, hace más de cien años se concentraban carruajes y caballerías, artesanos ocupados en la reparación de los medios de transporte y comerciantes transportando pansas y almendras por la ciudad. Hacía poco que las murallas habían pasado a la historia, pero quedó durante mucho tiempo la idea de que esa era la entrada principal de Dénia por tierra, como cuando se alzaba la famosa Puerta de Tierra vigilando el tránsito hacia y desde los campos y caminos que conectaban con Oliva y Gandia.
En la postal de 1906, captadas por el fotógrafo Andrés Fabert, se aprecia la vida cotidiana: niños jugando, adultos conversando y carros detenidos en las aceras, todo en un espacio sin asfalto, rodeado de talleres y casas bajas que parecían saludar al viajero que entraba en la ciudad.
Hoy, un remanso de calma peatonal
Avanzamos un siglo y cuarto y la transformación es palpable. La plaza Valgamediós ha dejado atrás el bullicio de los carruajes para convertirse en un espacio casi completamente peatonal, con bancos donde los vecinos descansan, alguna terraza de bar e incluso un parque de juegos. Muy cerca, el carrer Loreto, el Major y Pare Pere conectan la plaza con el centro de Dénia.
La plaza también ha sido testigo de varias remodelaciones: desde los aparcamientos llenos de coches en 2020, hasta la reciente peatonalización casi total, que ha recuperado el espíritu de encuentro y paseo que siempre caracterizó este enclave.
Si algo nos recuerda la historia de la plaza Valgamediós es que, aunque los edificios, asfalto y terrazas cambien, la esencia de este lugar perdura: sigue siendo un punto de encuentro, testigo del pasado y escenario de la vida cotidiana dianense, uniendo siglos de historia con la vida moderna de la ciudad.







