Hombre de entre 25 y 44 años con discapacidad sensorial, poco nivel formativo y con un contrato temporal. Este es el perfil más habitual de personas con diversidad funcional que encuentran trabajo, una realidad lejana para una gran parte del colectivo, que se ha marcado el mercado laboral como el objetivo a cumplir en los próximos años.
Solo el 30% de las personas con discapacidad encuentran trabajo, y los que lo hacen cobran un salario menor que el del resto de los contratados, que suele estar un 10% por debajo. La legislación marca que las grandes empresas han de contar entre sus empleados con un 2% de discapacitados, y existen muchas ayudas por parte de la administración para emplearles, pero la realidad laboral del colectivo se limita a centros especiales de ocupación o ese 2% al que están obligadas las grandes empresas.
Estos datos se pusieron sobre la mesa el pasado viernes, durante la celebración del encuentro Diversidad Funcional y Mundo Laboral con el que se clausuraron los actos de celebración del 30 aniversario del colegio de educación especial Raquel Payá de Dénia y al que asistieron representantes de instituciones públicas, laborales, educativas y empresas privadas.
Fue la técnico orientadora de Creama, Silvia Cardona, quien expuso estos preocupantes datos pero también una esperanzadora verdad: «la vida pone obstáculos, los límites los pone cada uno». Aunque reconoció que hay una mejora innegable de las condiciones laborales por parte de la administración, es cuerto que aún «hay mucho por hacer».
Esta realidad sociolaboral es la que plasmó el estudio realizado por la UNED de Dénia meses atrás en su Diagnóstico Sociolaboral de la ciudad de Dénia, tal y como resumió su directora, Raquel Martí, durante la mesa redonda. Martí destacó la importancia de la formación, cuya ausencia es un lastre. La directora de la UNED recordó que la universidad cuenta con el servicio UNIDIS de atención a los universitarios con discapacidad, y que atiende a más del 50% de estudiantes con discapacidad del país.
Personas, y no discapacitados
Tal y como explicó el Francisco José Carrillo, del departamento de Recursos Humanos de Baleària, no se trata de hablar de personas con diversidad funcional, sino hablar simplemente de personas y competencias. Esa es la filosofía de la empresa, cuya meta soñada es la búsqueda de talento. Carrillo insistió en la necesidad de promocionar el talento, independientemente de las capacidades o discapacidades de la persona, e inculcarle a la empresa la importancia del valor y del talento.
En los mismos términos que Carrillo se expresó Enrique Montoliu, de la fundación FUNDEM, que promociona la naturaleza en lugares como el Jardín de la Albarda, en La Sella. FUNDEM ha comenzado este año a colaborar con el colegio Raquel Payá, y tres de sus alumnos están formándose como jardineros en sus instalaciones. Una colaboración que ha comenzado este año pero que, dado los buenos resultados que está dando, se espera que se alargue durante próximos cursos.
Un ejemplo de la inclusión de las personas con diversidad funcional es el grupo Sifu, una agrupación de empresas qe apuesta por la normalización de empleo y por generar empleo para la discapacidad. Actualmente, Sifu cuenta con 4244 empleados, de los cuales 3648 tienen diversidad funcional. Así lo explicó Jon Patxi Lerga, que recordó que en Dénia, la empresa encargada de la limpieza de espacios municipales, Brócoli, cuenta en su plantilla con un 30% de personas discapacitadas.
Pocas oportunidades laborales
Y es que estas oportunidades son las que se hacen necesarias para el colectivo cn diversidad funcional, que actualmente está destinada a acabar en Centros Especiales de Empleo como el que gestiona APROSDECO en la Marina Alta. Su directora, Ana Zambrana, explicó que hoy por hoy el centro ocupacional de La Xara atiende a 56 personas con diferentes capacidades. A pesar de que los perfiles de usuarios son muy variados, los pocos recursos que existen en la comarca impiden realizar actividades específicas para cada uno de ellos.
Es por ello que Aprosdeco apuesta por la integración de sus usuarios en el mundo laboral, y desde 1990 tiene en marcha una lavandería que emplea a 7 personas durante el año y a otros extras en verano. Zambrana quiso acabar también con algunas creencias falsas sobre la empleabilidad de personas con discapacidad. Entre ellas, el absentismo laboral, que se equipara al del resto de empleados; el buen rendimiento y la productividad de todos ellos.
El trabajo es un derecho
En la mesa redonda participó también Mónica Gassent, representante de la Federación Plena Inclusión, que aglutina a 54 asociaciones con diferentes tipos de servicios. Gracias a esta red de trabajo se da respuesta a personas con discapacidad funcional y sus familias. Gassent afirmó que «el trabajo es un derecho», y que ahora se empieza a «preguntar a las personas».
Esta afirmación la compartía también Jimmy Higueras, de Condenados al Bordillo, que afirmó que «el sentimiento hacia la discapacidad es de rechazo desde el insconsciente», a pesar de que las personas con diversidad funcional «pueden aportar muchas más cosas que no aporta el otro sector».
La mesa sobre Diversidad Funcional y Mundo Laboral sirvió para dar visibilidad a una realidad de la que no toda la sociedad es consciente, pero que está presente en el día a día de muchas personas y sus familias, que no encuentran una salida laboral para un colectivo dejado de lado llegado el momento pero perfectamente capaz de cumplir con las obligaciones que conlleva un empleo.