Naturaleza - Playas - Sociedad

«Costas ha puesto al lobo a cuidar del gallinero»: 90 años viendo al mar entrar en casa

06 de junio de 2021 - 08:00

Hace apenas unos años se dormía con el conciliador sonido de un oleaje relativamente lejano, hoy lo hace con el chirriante y exasperante vaivén de los escombros a escasos metros. Cuando la casa fue construida, cumpliendo con toda la normativa, el mar estaba a una gran distancia de la edificación, pero el tiempo ha hecho que la entrada de su hogar esté en primera línea de playa. Bueno, ¿el tiempo? Lo cierto es que no ha sido el único factor que ha provocado que Jorge Miquel se despierte cada mañana con el amenazante mar invadiendo su jardín.

Imagen: Jorge Miquel Calatayud, el activista incansable que quiere recuperar la playa de todosJorge Miquel Calatayud, el activista incansable que quiere recuperar la playa de todos

Nos desplazamos hasta su casa, el último adosado de una bonita urbanización a pocos metros pasando el Blay Beach, en Les Marines. Se trata de una de las zonas más castigadas en los últimos temporales. Tanto como Les Deveses. Pero, por varias razones, ha pasado más desapercibido. O lo hemos olvidado.

Ahora bien, a poco que se haga memoria recordaremos que incluso un vicepresidente del Gobierno se desplazó hasta el lugar tras el Gloria con el fin de ver de primera mano en qué estado había quedado la costa de ese tramo.

Un bañista sortea los escombros mientras a pocos metros cuidan el jardin de la propiedad

Año y medio después del devastador e histórico temporal, regresamos. El jardín de la urbanización a primera vista podría pasar por uno cualquiera. Tiene su extensión verde de césped, árboles muy de playa bien repartidos para enriquecer el paisaje, e incluso un jardinero se encuentra trabajando en el lugar cuando llegamos. No obstante, tiene algo que lo diferencia de cualquier otro jardín: un mini acantilado de reciente improvisación con un desnivel de unos 2 metros donde las olas golpean sin descanso. Bajo el agua se pueden ver trozos de esa zona del jardín que ahora ha desaparecido. Como recuerdo queda una única puerta que se eleva sobre el mar y que, aunque antaño daba con la playa de arena, ahora da directamente con el Mediterráneo.

Casi un siglo perdiendo jardín frente al mar

Jorge Miquel Calatayud vive en la casa desde 1940. Ha vivido el avance del mar en primera línea —nunca mejor dicho— y durante casi el último siglo. Y no solo como mero testigo, sino como cara visible del activismo por la recuperación y regeneración de la costa en Dénia. Tanto es así que fue fundador y coordinador de la Plataforma Recuperación Playa Marines. Es decir, sabe bastante del tema.

Jorge Miquel nos recibe en la terraza de su casa

Por ello nos reunimos con él, en la terraza acristalada de su vivienda desde donde tenemos unas envidiables vistas a los destrozos del Gloria, con una mesa entre ambos llena de documentos hasta arriba. Tiene información y muchas ganas de hablar. Y habla. Y lo hace sobre su preocupación por el estado actual de las playas de Dénia. Pero no quiere enfocar la entrevista en lo que ya sabemos —y que, de hecho, se ve a simple vista—, sino que quiere hacer entender a la gente cómo se ha llegado hasta aquí, por qué se tiene que solucionar y cómo se puede hacer.

Estado de la playa durante las últimas décadas del siglo XX

Punto por punto, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Jorge Miquel nos enseña imágenes de la playa que había frente a su casa. El paisaje es reconocible por el portón de hierro que ahora flota sobre el mar. Por lo demás, nada tiene que ver. En la fotografía hay una playa de arena que ahora no existe. De la puerta hasta la orilla habrá unos 40 metros de distancia. Más de 100 en total desde la casa en la que charlamos.

«Durante la Segunda República, España contaba con 4 pantanos. Hoy hay más de 1.000»

A diferencia de lo que se señala durante los últimos años, Jorge Miquel se muestra contrario a culpar al individuo del estado de la costa. Nos cuenta que, en su caso, compró su familia un terreno a una buena distancia de la orilla de la playa cumpliendo toda la legalidad y las normativas, pero no podía prever que esa misma playa se fuera encogiendo. De este modo, se niega a responsabilizar a las personas que adquirieron terrenos en el lugar de cómo están esas edificaciones a día de hoy, y menos culparlos del deterioro de la costa.

Estado actual de lo que era la playa

El principal culpable, según indica Jorge Miquel, es el millar de pantanos que se instalaron en todo el país. «Los ríos, arroyos y barrancos españoles no vierten sus restos desde hace años», nos cuenta. «Durante la Segunda República, España contaba con 4 pantanos. Hoy hay más de 1.000».

Pero, ¿qué tiene que ver con las playas? Al descender tanto el nivel de agua vertida hasta el mar, indica, también ha dejado de arrastrar ésta las piedras cuya erosión crea la mezcla de sedimientos que conforma la arena de la playa. En la actualidad hay «200 millones de metros cúbicos retenidos en pantanos españoles».

Lo que antes eran restos minerales ahora son restos plásticos

A la playa ya no llega este agua, solo la de los barrancos cuando hay una lluvia torrencial, trayendo al mar toda la basura, cañizos y plásticos que en ellos se encuentran.

Jorge Miquel subraya que ésta es la principal causa, pero al mismo tiempo asume que «vaciar los pantanos es una utopía». «Es algo definitivo, por lo que por ahí no van las soluciones».

«Si cae un grano a 30 metros de profundidad, ya no hay tempestad que lo mueva»

Entonces, ¿por dónde vienen las soluciones? El veterano activista señala que es en las hondonadas del mar donde las corrientes han situado lo que antes era la playa. Pues, la solución más accesible y segura a esta problemática se encuentra a poco más de 50 kilómetros. En Cullera hay un depósito de arena que Jorge Miquel califica de enorme, con unos 93 millones de metros cúbicos.

Bañista intentando pasear por la orilla

«Es un lugar de encuentro entre muchísimas corrientes», por lo que ha ido a parar tal cantidad de arena, ya que «si cae un grano a 30 metros de profundidad, ya no hay tempestad que lo mueva». Según Jorge Miquel, con solo 35 de esos 93 millones, las playas de Dénia estarían reparadas.

«No se hace nada en el mar que no lleve el permiso de Costas»

Como miembro de la plataforma, lleva años siguiendo el avance de un proyecto que recogía esta solución y que, al parecer, por desinterés administrativo se ha ido dejando de lado.

Proyecto presentado en el Ayuntamiento de Dénia

«Costas ha puesto al lobo a cuidar del gallinero», resalta Jorge Miquel, señalando que «no se hace nada en el mar que no lleve el permiso de Costas», y que, por tanto, es este órgano el que con «actuaciones erróneas ha concedido proyectos dañinos».

Y con Costas se topó el proyecto cuyo estudio del impacto ecológico parece tener parado sin explicación alguna. O al menos no ha sabido indicar el motivo ni a la plataforma ni al propio Ayuntamiento, pues junto a ellos se presentaron hace dos meses frente a la delegada provincial de Costas.

No obstante, tampoco parece que el consistorio dé el impulso que se requiere. «No mueve un palo», comenta Jorge Miquel.

«El Ayuntamiento debería estar con los pelos de punta viendo cómo se queda sin playas»

Por tanto, la única solución que ve factible es mayor motivación de la ciudadanía, puesto a que esa arena tiene una gran trascendencia a nivel social y económico en una ciudad como Dénia, con un fuerte turismo estival que busca poder plantar una sombrilla frente al mar. «La playa no es de primera, segunda ni tercera línea. La playa es de todos».

Jorge Miquel nos cuenta cómo ha cambiado el paisaje

Porque a nivel administrativo todo queda encallado, asegura un tanto derrotado. Recuerda que en 2006 recogieron más de 3.000 firmas para la recuperación de la playa de Les Marines y como plan de choque para frenar su desaparición, mucho antes de los últimos letales temporales. Llegó a pleno en el Ayuntamiento el punto para tratar, pero se aprobó dejar el tema encima de la mesa. «Llevamos 15 años esperando una propuesta de su técnico de Medio Ambiente, y ahora se pueden ver los resultados», indica mirando hacia lo que antes era una playa.

«El Ayuntamiento debería estar con los pelos de punta viendo cómo se queda sin playas», nos dice ya fuera, antes de despedirnos, enseñándonos de cerca esa brecha que une lo que queda de su jardín con el Mediterráneo. «No podemos seguir pasivamente mirando cómo las playas se las lleva el mar», insiste, pues «es un bien en riesgo».

Ver 5 comentarios
Esta página es una versión optimizada para dispositivos móviles. Ver versión original.
Salir de la versión móvil