La muralla del Arrabal emerge y se conserva en un estado excelente en el ángulo sureste, adyacente a la vivienda de Don Vicente Buigues. El lienzo, de tapial, tiene una altura de más de cinco metros. Otros puntos del trazado han sido documentados en sucesivas intervenciones arqueológicas. En éstas, ha sido posible el estudio de las fábricas, así como confirmar la precisión del plano de Alexandre de Laborde, en cuanto a la tipología y ritmo de las torres, o el trazado de los lienzos.
En 1999, en el espacio conocido como Prolongación Paseo del Saladar/ La Rosaleda, se ha documentado el torreón, de planta rectangular, del ángulo noreste del recinto, donde confluyen largos lienzos de tapial, con una cimentación profunda, banqueta y muro, y una anchura de 1’85 metros. En el otro extremo, un portal de acceso, ingreso directo, orientado hacia la Medina. Conserva el arranque de las jambas, con sillares labrados en arenisca local y una amplitud de 2’60 metros. Esta puerta septentrional del Arrabal conectaba con un puente, del que se han documentado los estribos, que salvaba la gola de entrada del Saladar, el Riatxol. La defensa de la puerta conlleva la construcción de una pequeña torre cuadrada (trapezoidal) en uno de los lados.
Del lienzo occidental, intervenciones arqueológicas anteriores ya habían evidenciado una muralla con barbacana exterior. La excavación en extensión ha ofrecido unos resultados ciertamente trascendentes. Entre ellos, destacamos la relación de la muralla del recinto con el urbanismo de su interior. La fortificación consta de un grueso muro de tapial reforzado con torreones semicirculares adosados que guardan un ritmo, así como una ancha barbacana que en su trazado refleja las sinuosidades del lienzo con torres.
Bien patrimonial de destacado valor histórico y cultural que, por su carácter de fortificación, cuenta con el máximo nivel de protección. Es un Bien de Interés Cultural; B. I. C. Se espera, en breve, su restauración y puesta en valor, integrado en el urbanismo circundante. Ha de ser el espolón de una ruta arqueológica que valore los vestigios más significativos del riquísimo patrimonio arqueológico de la ciudad.
Texto: Josep A. Gisbert Santonja. Sant Lluch, 2008.
Fotografías: Josep A. Gisbert Santonja
“Las murallas romanas de Denia.- Parecen condenados á destrucción estos magníficos restos de la antigüedad. Sin razón que lo abone han sufrido, por disposición de la autoridad local, desperfectos de consideración, en particular estos últimos días. Con ello se perjudica á los propietarios colindantes, se dá franquía al mar y sobre todo, se borran los restos que de los romanos nos quedan: otras ciudades se envanecerían con ellos; aquí á álguien le estorban. Procuren nuestros gobernantes conservarlas, pues continuando la destrucción es posible, que los que saben apreciar su valor, les llamen los modernos vándalos”.
Roc Chabàs, Revista El Archivo. Dénia, Marzo, 1890.
