Proliferan las terrazas en la calle La Vía… ¿es su renacer?

El año 2001 marcó un antes y un después en la fisionomía de una de las principales calles de la ciudad de Dénia. Ese año se recepcionaron las obras de reurbanización de la calle La Vía, un proyecto que incluía un gran párking subterráneo y la peatonalización de esta arteria.

Lo que en principio iba a ser un bulevar alternativo a la calle Marqués de Campo acabó convirtiéndose en una zona casi desértica. Y no solo por la falta de arbolado tras la polémica tala de los plataneros, sino porque los comercios y negocios que abrían allí sus puertas acababan abandonado la zona.

Muchos han sido los intentos de los diferentes equipos de gobierno por dar vida a la zona, trasladando allí actos culturales y sociales. En el año 2010 las actividades culturales del verano se celebraron íntegramente en el escenario que allí se instaló. La calle se convirtió también en uno de los escenarios de la programación de las fiestas mayores, e incluso llegó a albergar la retreta y disparo final de las fiestas de Moros y Cristianos.

Pero nada parecía valer para devolverle la vida a esta calle. Hasta este verano. Un importante número de bares han abierto sus puertas y, por el momento, parece que funcionan. Especialmente por las noches, cuando las terrazas se llenan de gente que elige esta zona para cenar o tomar algo.

Eso sí, solo en una parte de la calle. La zona de los edificios que dan a Patricio Ferrándiz no parece gozar de tanta popularidad entre los comerciantes. Aún así, la calle ha ganado en vida y en movimiento en los últimos meses, y eso es de agradecer.

Además, desde el Ayuntamiento se han tomado medidas para mejorar tanto la seguridad como la imagen de este vial. Hace unos meses levantó un muro de protección junto a la finca abandonada para evitar el acceso a esta peligrosa infraestructura. Además, a principios del mes de agosto el concurso Urbajove llenó de color este muro gracias a los diseños de cinco grafiteros de la comarca.

Parece que se avanza en buena dirección y que, dieciséis años después del comienzo de las obras, la calle comienza a ser lo que debería ser. La asignatura pendiente ahora es la regulación del tráfico: o se prohíbe o se permite, pero la situación actual resulta algo caótica. Toca ponerse manos a la obra.