«¡Dénia ha sido liberada!». Con estas palabras, el embajador cristiano anunciaba, tras la ardua batalla mantenida entre su bando y el bando moro, que la ciudad volvía a manos cristianas, y pedía a los ciudadanos que salieran a la calle a celebrar la victoria. El moro, por su parte, rogó refugio en el Montgó para no abandonar del todo la tierra que le vio nacer y que ahora había perdido.
Un año más, la historia se repitió en un multitudinario acto, el Milagro de la Niebla, que se celebró en la Plaza del Consell, con miles de personas como espectadores de la batalla que libraron los capitanes, Ángel Vives y Quique Arbona, con sus abanderadas y sus embajadores como apoyo a su lucha.