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El Cementerio de los Ingleses, donde las almas británicas miraron al Mediterráneo

12 de noviembre de 2016 - 01:00

Ya no hay cuerpos enterrados, pero cuenta la leyenda que las almas de quienes allí reposaron siguen pululando entre la maleza. Allí descansaron el pequeño Reginald Rankin, de solo un año de edad; también Harriet Wallace. Y así hasta contar 14 personas enterradas en este rincón que mira al Mediterráneo. Hablamos del Cementerio de los Ingleses, en la playa de la Marineta Cassiana de Dénia, o al menos de su recuerdo, porque actualmente no existen allí cuerpos enterrados ni lápidas en buen estado.

Tumba abierta en el Cementerio de los Ingleses de Dénia

Más bien al contrario. La maleza ha engullido esta pequeña parte de la historia de Dénia que muchos desconocen y cuya visita es de difícil acceso. Los restos de las lápidas, rotas y erosionadas por el paso del tiempo, muestran el descuido por parte de las instituciones de este pedazo de la memoria dianense que se remonta al año 1856. Esa es la fecha del primer enterramiento del que hay constancia. Desde entonces, y hasta 1918, el conocido como Cementerio de los Ingleses albergó los restos de británicos que perdieron la vida en Dénia y no podían ser enterrados en el cementerio municipal por no ser católicos.

Pero como decimos, ya no hay cuerpos. La degradación de las instalaciones y el robo de las verjas que lo protegían obligó a los familiares de los que allí descansaban a repatriar sus cadáveres a Reino Unido para evitar posibles profanaciones. Desde entonces este refugio de almas ha sufrido una degradación constante, dejando a la naturaleza seguir su curso y fusionarse con las piedras que en su día fueron lápidas.

Monolito central del Cementerio de los Ingleses de Dénia

De entre sus restos destaca soberano el monolito central, erigido por la familia Rankin en memoria de su pequeño Reginald, que murió el 6 de diciembre de 1865. En él se puede leer también una pequeña joya de la literatura universal: un texto del poeta norteamericano John Dos Passos de 1922, How Fine To Die In Dénia (Qué bueno morir en Dénia), en el que habla de las maravillas que rodean a la ciudad. La placa se colocó de forma anónima a principios del S.XX y se ha convertido hoy por hoy en lo más valioso que queda en el histórico camposanto.

Inscripción de John Dos Passos en el Cementerio de los Ingleses de Dénia

A pesar de lo que cuenta la leyenda, el Cementerio de los Ingleses nada tiene que ver con el naufragio de la fragata La Guadalupe en 1799, puesto que su construcción es posterior (1856). Por tanto, tampoco es posible escuchar en la noche los cantos de los marineros que perdieron la vida, ya que no fueron enterrados allí.

La realidad es que el cementerio sigue siendo de propiedad privada y, por el momento, no hay ningún plan para él más allá de la constante degradación que sufre por el paso del tiempo entre sus piedras. Lo que es, y será siempre, es un rincón en el que recordar una parte de la historia de Dénia que no debe ser olvidada y al que acudir para estar en sintonía con las almas que lo habitaron y las historias que esconden.

Deja un comentario
  1. Paco dice:

    Interesante y bonito artículo. Denia tiene una gran historia construida por los Dianenses y todas las personas que vinieron a vivir aquí y contribuyeron con sus vidas y su trabajo al enriquecimiento de la zona. En este caso el cultivo de la Uva Pasa por los Ingleses. Precioso el Poema. Sería interesante poder tener más artículos históricos y culturales para conocer mejor la Historia de estas tierras.

  2. Juan Manuel Moreno. dice:

    De cómo murieron en Denia jóvenes con la fuerza ardiente del Sol.
    En la calma del azul ardiente del mar y con el broche estable de la colina de hierro:
    Denia, donde la tierra es roja como el óxido y la colina gris como la ceniza, se os de descanso en la tierra rojiza, para fundir con el fuego omnipotente del joven dios blanco, el dios de la llama del sol.
    Para encontrar pronta la resurrección en las uvas calientes que nacen de la tierra y el sol y que serán prensados como pulpa bajo los pies de las muchachas y muchachos y fluir para las nuevas generaciones de hombres, en un vino lleno de la tierra del sol.
    John Dos Passos, 1922


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