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Conociendo el patrimonio cultural de Dénia: El Convento de Nuestra Señora de Loreto

10 de diciembre de 2010 - 01:04

El Convento de Ntra. Sra. de Loreto, de madres agustinas descalzas, se funda a inicios del siglo XVII. Felipe III preside el solemne acto de fundación el día veinticinco de enero de 1604. Este complejo monástico nace bajo el patronazgo y munificencia del D. Fco. Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma y Marqués de Dénia. Se emplazó en una de las calles más significativas del arrabal de la Vila de Dénia y su implantación creó un importante polo de atracción y de renovación urbana. Ocupa casi una manzana completa, de más de 2000 metros de superficie.

El conjunto edilicio cuenta con la iglesia, abierta al culto en el último cuarto del siglo XVII y el claustro, que estructura y cohesiona una parte importante de las dependencias conventuales.

El ala meridional del claustro integra vestigios del edificio originario. La construcción de la iglesia se inició en 1683. El 9 de junio empezó a derribarse el viejo templo.

La obra se concluyó, en sus partes fundamentales, el 16 de septiembre de 1684. Se bendeciría, tras ocho años de labores de ornato, el 10 de junio de 1691.

La fachada es austera y mesurada. El portal de ingreso a la iglesia presenta arco de medio punto flanqueado por pilastras dóricas. Sobre ellas el entablamento y, sobre el mismo, un rebanco rematado por pináculos con bolas. El otro portal de acceso al convento, recayente a la calle de Sant Narcís, es un arco de medio punto adovelado, posteriormente mutilado al recortar un dintel. Pertenece al momento de fundación del edificio.

Planta de cruz latina inscrita en un rectángulo, con capillas que no se comunican entre sí y ancho crucero con cúpula sobre pechinas. Se cubre con bóveda de cañón con lunetos y las capillas con bóveda vahída. Reproduce un tipo de planta jesuítica que se difundió desde Roma, a finales del siglo XVI.

Contamos con documentación fotográfica que permite reconocer su ornato interior antes de su destrucción en un incendio poco antes de la contienda de 1936. Estaba decorado lujosamente con esgrafiados, tallas y pinturas, así como con altorrelieves en yeso que figuraban ángeles y motivos ornamentales barrocos. La decoración lo cubría todo: pilastras de orden compuesto, entablamento, intradós de los arcos, cúpula y pechinas, que también incorporaban alegorías de la Virgen, titular del templo. Esta obra, de gran finura y calidad, estaba dentro del decorativismo que impregnó la arquitectura valenciana a partir de 1675.

Durante el siglo XIX en el convento se sucedieron importantes reformas. Del claustro destaca la marcada homogeneidad de ejecución de las galerías oriental y occidental. No obstante, hay que resaltar su carácter ornamental. Actúan como elementos de carácter casi escenográfico, con una vinculación muy parcial con la estructura de cargas del edificio.

Los elementos estructurales, como pilares, impostas, arcos y cornisas están tallados en sillares de piedra arenisca local. La arquería está definida por pilares de planta cuadrangular, coronados con impostas y arcos de medio punto con dovelas molduradas.

En la actualidad prácticamente todo el patrimonio mueble con que contaba la iglesia ha desaparecido. Cuando el visitante se acerca a contemplar esta antaño lujosísima iglesia dianense, tan solo se encuentra con una arquitectura desnuda y desornamentada.

Los retablos son de factura reciente y el de la Santísima Sangre, que antes de la contienda civil estaba en el crucero del lado del Evangelio, ha pasado a ocupar el altar mayor.

Texto: Josep A. Gisbert Santonja. Sant Lluch, 2008.

Fotografías: Josep A. Gisbert Santonja

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